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Toxina Botulínica y sus aplicaciones en dermatología

La toxina botulínica o bótox es una toxina purificada en el laboratorio que produce una parálisis transitoria de los músculos. Este efecto se aprovecha desde la medicina para diferentes tipos de procedimientos. En dermatología se utiliza principalmente en dos casos: para el tratamiento de la sudoración excesiva y con fines cosméticos en el tratamiento de arrugas dinámicas del rostro.

Las primeras señales del envejecimiento suelen ser arrugas alrededor de los ojos, la frente, las mejillas y los labios. Las arrugas son una característica normal de la cara, pero muchas personas sienten que las arrugas las hacen verse cansadas o mayores.

Existen dos tipos de arrugas: las arrugas dinámicas y las líneas y arrugas tenues.

Las arrugas dinámicas se producen por el movimiento de los músculos de la cara cuando uno sonríe, se enoja o entrecierra los ojos. A menudo se encuentran alrededor de los labios, en la frente y entre las cejas. También están las “patas de gallo” en la esquina de los párpados. Todos nacemos con arrugas dinámicas. A medida que envejecemos, estas arrugas se profundizan y son más fáciles de ver. La toxina botulínica puede utilizarse para hacer que estas arrugas dinámicas sean menos visibles.

Cuando se inyecta, la toxina botulínica bloquea ciertas señales nerviosas que producen la contracción de los músculos. Los músculos se relajan, con lo cual se reducen las arrugas. Este efecto dura aproximadamente entre 3 y 6 meses. Luego, los músculos vuelven a moverse y las arrugas reaparecen.

Para fines cosméticos, se utilizan dosis muy concretas en zonas musculares muy localizadas que permiten paralizar pequeñas áreas de musculatura atenuando de esta forma las arrugas de la frente y las llamadas patas de gallo.

Con respecto al tratamiento de la sudoración, la hiperhidrosis se define como un exceso de sudoración por encima de lo requerido para el control normal de la temperatura corporal. Afecta generalmente a las palmas de las manos, axilas, plantas de los pies y región facial, regiones donde más densidad de glándulas sudoríparas tenemos.

Se aplica la toxina de forma más superficial para que actúe en las glándulas sudoríparas, responsables de la producción de sudor.

La aplicación de toxina botulínica ha demostrado utilidad en la hiperhidrosis de axilas y palmas.

Su mecanismo de acción consiste en un bloqueo de la transmisión nerviosa en la unión neuromuscular, cesando la producción de sudor entre el segundo y cuarto día después de la infiltración con una duración del efecto de 9 meses a 1 año.

Una vez que se visita al dermatólogo, este determina de manera personalizada, el tratamiento que requiere cada paciente.

La toxina botulínica aplicada por manos expertas consigue dotar al rostro de un aspecto revitalizado y sin arrugas, con resultados 100 % naturales.

Fuente:

Dermatología. Jean L. Bolognia. 4 ed.

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